Y es que ya lo dijo Alonso, a través de la radio, a sus compañeros tras la debacle de Silverstone: “Vamos a ganar el mundial”.
Y la victoria en Singapur ha mostrado quién es quien realmente tira del carro de Ferrari. Me voy a permitir comentar una curiosidad: Emilio Botín. Es peculiar ver a una persona con su estatus social y económico saltar y brincar como un verdadero y descontrolado tifosi.
Y pensé: ‘¿Alonso haría perder las formas a los soldados del Buckingham Palace? Pues seguro que sí’. Emilio Botín fue el show de Singapur. Mientras que otro tipo de competiciones de motor se las ven y se las desean para encontrar patrocinador, el dueño del imperio Santander ha comprado una entrada permanente en el box de Ferrari para toda la temporada F1. Y se siente tan a gusto que hasta bota como una loca quinceañera con las victorias del asturiano. Y está echando por tierra todo el dinero invertido. Aunque de todas formas, todos somos humanos. Ricos, pobres, mafiosos, o budistas, todos lo somos, y a todos nos hierve la sangre alguna vez. Y Botín también es humano.
Ahora quedan cuatro carreras… o tres. Japón, Corea, Brasil y Abu Dhabi. Pero Corea no tiene el ok definitivo. Y es posible que la cosa se quede en tres. ¿Esto sería bueno o malo para Alonso? Pues no lo sé.
Yo veo una parte negativa y otra positiva. Negativa, que disfrutaríamos de una carrera menos. Positiva, que nuestro corazón lo agradecería. De todas formas, para el que remonta es peor que haya una carrera menos, pero en este caso, Alonso está más pelado de motores que el resto de sus rivales.
Dentro de dos semanas, en Japón, se verán definitivamente los verdaderos candidatos al título. Ferrari ha conseguido subirse al tren en el último momento y con tan buen resultado que se ha puesto en el segundo vagón. Esperemos que no se caiga con la misma velocidad con la que volvió después de su discreta participación por Europa. Ánimo Alonso.
Felipe Sierra.