Los talleres de reparación tenemos una circunstancia poco favorable en el conjunto del sector empresarial: somos empresas de pequeño volumen y con escasa capacidad de inversión.
Coincidimos en el mercado con otras empresas de enorme fortaleza financiera (aseguradoras y constructores de vehículos) o de gran capacidad tecnológica (los fabricantes de componentes), tenemos una directa relación con empresas cuyos criterios de organización y comercio son muy superiores a los del colectivo de talleres (los comerciantes del recambio, redes, etc.) y además tratamos directamente con el consumidor, el conductor del automóvil que tiene un apoyo enorme en las autoridades de Consumo que atienden las quejas de los usuarios sobre el automóvil.
Si a eso añadimos una escasa atención al sector por parte de los poderes públicos, salvo para imponer nuevas obligaciones técnicas y económicas, el panorama resulta, como mínimo, complicado.
Una sola fuerza nos impide caer ante las exigencias de unos y otros: la profesionalidad y el sentido de independencia que nos ha hecho a muchos cambiar lo de trabajar por cuenta ajena a trabajar por cuenta propia, con un espíritu empresarial y de esfuerzo que empuja a la economía en general.
En estas épocas en que nuestros clientes, los propietarios de los vehículos, tienen menos poder adquisitivo, les digo a mis colegas de profesión: “Recuperemos la ilusión y el esfuerzo para hacer crecer nuestra empresa”. Con la mejor atención al cliente, con la exigencia por hacer un buen trabajo que teníamos cuando abrimos hace 20, 30 ó 40 años nuestros talleres.
Si ese esfuerzo nos sirvió en aquella época nos ha de servir en esta. Lo único que ha cambiado es la tecnología, y si cuando abrimos podíamos estar solos o con un socio, porque no había tantos tipos de vehículos distintos, ahora hay muchas complicaciones que aconsejan la especialización, o llegar a tener talleres de al menos tres personas para poder atender a una mayoría de clientes.
Francesc Faura es presidente de Cetraa.
No solo en este país se ha realizado un cambio en el mundo tecnológico, también en el mundo de lo social. Hace 40 años no se le arreglaba el coche a una persona con un nivel de conocimiento igual al que ahora tenemos. El ser humano se adapta, las estructuras también, las ilusiones no se pierden, se transforman. La clave solo está en tener motivos para seguirlas transformando cada día; el buen trabajo de ayer carece de importancia en el trabajo de mañana. Cada día nace el sol y no dude que es nuevo, diferente, único y sobre todo imprescindible. Suerte y ánimo en todos vuestros proyectos (no dejan de ser los de todos los que trabajamos en este sector).