Está claro que estamos en plena revolución, como apuntaba el vicepresidente de Ventas Mobility Solutions de Bosch España y Portugal, Ricardo Olalla, que contaba lo mucho que invierte su compañía en innovación, fruto de su compromiso “por dar soluciones de movilidad”, hasta el punto de afectar a su denominación: “Hace cinco años cambiamos el nombre de la división, de ‘Automotive’ a ‘Mobility Solutions’, y no todos en la compañía lo entendimos. Pero hoy es una realidad que Bosch ha pasado de ser un proveedor de componentes a serlo de soluciones de movilidad, también de software y servicios”.
Una revolución apoyada desde las administraciones públicas, como señalaba Carlos de la Cruz Molina, del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial): “El mayor impulso a los vehículos de energías alternativas se lo están dando y van a dar las medidas propulsadas por los ayuntamientos de las grandes ciudades a favor de los híbridos y los eléctricos”.
Aunque en ese sentido la clave la daba Javier Arboleda, responsable técnico de Hyundai: “Dos son los retos a los que se enfrentan las administraciones: las emisiones y la seguridad energética, porque los recursos fósiles están en manos digamos que no muy fiables. Y esperan que los fabricantes de automóviles les ayudemos”. En ese mismo sentido se expresaba Arancha García Hemo, de Anfac (la patronal de fabricantes de automóviles): “La realidad es que aunque hemos hecho grandes avances para reducir las emisiones de los motores convencionales, para llegar a los niveles de emisiones que se nos piden solo va a ser posible con las energías alternativas”.
Y escuchando el arranque de la intervención de Zaira Unzue, directora de Márketing de IBIL (gestor de carga del vehículo eléctrico participado por Repsol y el Ente Vasco de la Energía), quedaba patente que el futuro va a llegar sí o sí: “La tecnología eléctrica es imparable”.
Retos que vencer
Pero no todo es tan evidente. La propia representante de Anfac ofrecía datos que iban en sentido contrario, como la antigüedad del parque (cerca de los once años “y con el 75% incumpliendo con los niveles contaminantes”) y las ventas actuales de este tipo de vehículos (en 2016 fueron 35.765 los coches híbridos -31.019- y eléctricos -4.746- que se vendieron, solo un 2,6% del total), datos que muestran la resistencia de los conductores españoles a subirse al futuro, una constante a la que se refirieron varios de los participantes del encuentro, dudando de la rapidez con la que la sociedad iba a asumir tanto cambio.
Incluso se destacó que las plantas de fabricación de automóviles en España producen coches fundamentalmente con motores convencionales (reto al que también se enfrentan) y cómo influyen en los mercados en los que están ubicadas. Es decir, que mientras las plantas españolas produzcan los modelos que producen, el parque seguirá su ejemplo.
Pero es que además, hay limitaciones tecnológicas, especialmente en lo que se refiere a los coches autónomos, y estructurales, como reconocía la representante de IBIL: “Once millones de vehículos duermen en la calle, lo que ahora mismo imposibilita su recarga”.
Por no hablar de las distintas opciones que se están barajando: híbridos, eléctricos, con pila de combustible, a gas… sin terminarse de vislumbrar cuál puede ser la mejor apuesta por parte de las marcas.
Al final, la conclusión era clara: “La convivencia entre distintos tipos de vehículos y tecnologías va a durar mucho tiempo”. Lo resumía la representante de Anfac en palabras dichas por un directivo de una marca: “La movilidad no es un sprint, es un maratón”.