Parecía un mero trámite tras la aprobación de la norma por el Parlamento Europeo, pero la realidad es que la prohibición de vender coches gasolina y diésel a partir de 2035 ha entrado en punto muerto. Las dudas de Italia y Alemania han provocado que la UE posponga sin fecha determinada la votación definitiva.
Tras la aprobación del veto a la venta de coches gasolina y diésel a partir de 2035 en todo el territorio comunitario -también a los híbridos, híbridos enchufables y de gas- sólo faltaba el visto bueno definitivo por parte de los ministros europeos. Parecía un mero trámite, pero contra todo pronóstico el proceso ha quedado paralizado por las dudas de algunos países, sobre todo de Alemania, que reclama ahora una mayor garantía para los combustibles sintéticos no contaminantes. Es decir, reclaman neutralidad tecnológica para que la industria pueda encontrar soluciones cero emisiones más allá de la electrificación, como llevan reclamando las propias patronales del sector desde hace años.
La votación por parte de los ministros de la UE estaba prevista para mañana, 7 de marzo, pero ha sido cancelada y pospuesta sin fecha debido a estas dudas. No sólo de Alemania, sino también de Italia, Polonia y Bulgaria -representantes de estos dos últimos países ya expusieron sus dudas ante el Parlamento Europeo antes de la aprobación de la norma por parte de los Veintisiete-.
“A su debido tiempo”
Ha sido el Comité de Representantes Permanentes de la Unión Europea, órgano interno del Consejo de la Unión Europea, quien ha paralizado la votación para “ocuparse de este asunto a su debido tiempo”, como publicaba en su cuenta de Twitter Daniel Holmberg, portavoz de la actual presidencia sueca del comité que prepara el terreno para las votaciones del Consejo Europeo.
Había preocupación en el seno de la Unión de que los ministros alemanes, italianos, polacos y búlgaros votaran en contra de la medida, lo que dejaría sin efecto el texto aprobado con anterioridad en el Parlamento. Ante ese riesgo, la UE ha preferido abrir un nuevo periodo de debate para garantizar una aprobación unánime -o casi- de la norma, aunque seguramente con matices. Sobre todo para abrir la puerta a la continuidad del motor de combustión tal y como lo conocemos hoy en día si la industria energética es capaz de poner en el mercado combustibles sintéticos cero emisiones de aquí a 2035.
No vale la abstención
El voto alemán es clave, ya que la norma debe ser aprobada por al menos 15 de los 27 estados miembros, algo que estaría garantizado, pero también por gobiernos que representen al menos el 65% de la población de la UE. Y si Alemania se uniera al bloque de Italia, Polonia y Bulgaria -incluso si se abstuviera- no se superaría el obstáculo del 65% de apoyo.
Por lo tanto, se abre un nuevo periodo de reflexión que podría modificar el texto actual. Una decisión que sería aplaudida por buena parte de la industria y también por la posventa, que tendría ante sí la posibilidad de seguir operando con componentes llamados a desaparecer con la imposición del coche eléctrico. Se abre una nueva etapa de la que estaremos muy atentos para informar al detalle acerca de sus implicaciones para el aftermarket.
Joer, y la ministra de Transición Ecológica Española, quejándose, claro como ella puede ir en un eléctrico de 200.000 euros…