“Cada departamento tenía sus objetivos, de facturación, de rentabilidad… el resultado es que íbamos hacia el abismo, los departamentos competían entre ellos, el ambiente no era el mejor… y lo que decidimos fue volver a los orígenes de lo que había sido nuestra empresa, para recuperar los valores y el sentido de por qué hacíamos las cosas”. De esta manera cuenta Manuel Jiménez Maña (socio de AD en Andalucía) la experiencia que le llevó a abandonar la dirección por objetivos e implantar la dirección por misiones (DPM), un modelo basado en las personas, sus motivaciones, sus valores y el sentido de trascendencia de sus actos, promoviendo su compromiso con la empresa.
Cuenta con una cátedra en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UIC de Barcelona desde 2012, de la que Manuel Jiménez Maña forma parte de su comisión plenaria. Y promueven un simposio anual, “Empresas con rostro humano”. ¿Pero qué es la dirección por misiones? Pues básicamente se basa en (re) definir la misión de la empresa, “el para qué, la razón de nuestro trabajo”, y convertirla en el centro de toda la estrategia: “Muchas veces la misión, cuando una empresa la define, es algo filosófico, que casi nadie conoce o simplemente es un cuadro en la pared. En la dirección por misiones la misión pasa a ser el centro de la estrategia, elevándose por encima de los resultados”. Es trabajar con valores, trascender: “Cualquier proyecto empresarial no puede tener como único objetivo ganar dinero. Tiene que haber otra razón. Los resultados tienen que ser una consecuencia de haber acertado en la definición de la misión y de la capacidad para cumplir con ella”.
Es lo que de alguna manera quiere decir Manuel Jiménez Maña cuando habla de volver a los orígenes. Porque cuando alguien decide emprender un negocio es porque normalmente cree que puede aportar algo diferente a lo existente, y se trabaja para hacerlo evidente también a los demás. Sin embargo, con el desarrollo de las empresas los objetivos económicos ejercen una presión que les alejan del ‘para qué’ por el que se crearon…
¿Y cómo se vuelve a los orígenes? Pues “recuperando los valores y el sentido de por qué hacíamos las cosas”, como señala el socio de AD. Hacer la empresa más humana. Así que lo primero es definir la misión, ¿Cómo? Lo explica Jiménez Maña: “Preguntando a clientes, proveedores y empleados fundamentalmente por qué se nos reconoce y qué esperan de nosotros”.
Su experiencia
“Existen tres sistemas de liderazgo”, comienza exponiendo Manuel Jiménez Maña, el tradicional, en el que existe una pirámide muy definida, en el que el líder aporta las ideas y los demás funcionan como en el ejército. Son empresas muy personalistas, con gente que puede ser muy eficaz pero que tiene asumido que para pensar está otro. Su evolución es el liderazgo populista (sería el segundo). El líder lleva la bandera y los demás le siguen, se alinean con él. Es un liderazgo que crea más equipo, pero que mantiene los mismos defectos que el otro modelo. Y luego está el liderazgo que algunos llaman 2.0 pero que no es más que el que se ejerce en una familia, donde los hijos proponen sus planes a los padres, y los padres lo que hacen es darles soporte para poder desarrollarlos… un modelo con mucho más potencial”.
¿Y cómo se relacionan estos modelos con los de dirección?, le preguntamos al socio de AD en Andalucía: “Pues por ejemplo la dirección por objetivos va ligado al modelo populista. El líder es el que piensa, el que propone lo que hay que hacer, el que marca los objetivos, y los demás son los que tienen que darle soporte, mientras que el modelo último se corresponde con la dirección por misiones, en la que el objetivo viene marcado por la propia misión”.
¿Y cuál es la misión de Jiménez Maña como distribuidor? “Entregar las piezas en tiempo y forma generando confianza en los clientes”. “Eso significó, después de ir introduciendo en los distintos niveles lo que representaba”, cuenta Jiménez Maña, “que todo el mundo en la empresa se pusiera a pensar cómo entregar en tiempo y forma generando confianza, empezando a plantear iniciativas. Antes pasaba el tiempo pensando qué íbamos a hacer, cómo, qué equipos había que crear, pero ahora llegaba muchísima información de abajo a arriba, y mi labor estaba en darle soporte. El cambio es muy potente”.
En busca de la autenticidad
En definitiva, en la dirección por misiones, la misión ya no es un elemento secundario o de valor simbólico, sino que toda la empresa se estructura y orienta a cumplirla con éxito, haciéndola más humana y dando mayor sentido al trabajo de las personas. Lo que se consigue es el compromiso de todos con esa misión. “Es la fuerza de este modelo”, afirma Jiménez Maña, “y el departamento financiero por ejemplo trabaja para conseguir que lo que ellos hacen se entregue en tiempo y forma, que las facturas sean fácilmente entendibles y generen confianza… en lugar de pensar que donde se invierte el dinero para obtener mayor rentabilidad o en cortarle la cuenta a un cliente… Es un enfoque muy distinto de las cosas”. Porque el fin no es conseguir cada año objetivos más altos, sino realizar cada vez mejor la misión.
Pero lo distinto de la dirección por misiones es que no basta con tirar de manual: “Si no hay misión personal no hay misión de empresa”, dicen, y es que es una cuestión de valores, y si no se tienen difícilmente se pueden llevar a la empresa. Lo explica Carlos Rey, director de la cátedra: “La misión tiene que estar en la cabeza, en las manos y en el corazón. Estamos hablando de coherencia, de consistencia (los actos se corresponden con lo que pienso), pero también de autenticidad, que es la coherencia entre lo que pienso que tengo que hacer y hago y lo que realmente me motiva. Muchos son los que dicen las personas lo primero, o los clientes, porque es un eslogan o lo políticamente correcto, pero la diferencia es decirlo porque lo siento, porque lo llevo en el corazón. Pero además de ser coherentes y auténticos hay que ser íntegros, que es ser coherentes y auténticos todo el tiempo. Y se ve cuando quiero vender un producto pensando en las necesidades reales del cliente o cuando simplemente lo que quiero es colocárselo para cumplir los objetivos… la integridad es fundamental y tiene mucho que ver con la felicidad en el trabajo”.
Y hasta aquí la aproximación a la dirección por misiones, el modelo de gestión del que la Corporación Jiménez Maña es estandarte en nuestro sector. Sin duda da para mucho más, porque implantarlo tiene sus evidentes dificultades, pero si ha servido para reflexionar sobre qué podemos mejorar en la gestión de las empresas del sector el objetivo estaría cumplido.