El número de mujeres técnicos de automóvil en España no llega al 1%. De hecho, Esperanza no conoce personalmente a ninguna otra. Su padre fue mecánico y ella se puso a trabajar con él a los 16 años. “El mundo de la mujer en la mécanica es muy difícil. Estamos en un mundo de hombres. Hay que demostrar dos o tres veces más que estás preparada, que estás cualificada y puedes hacerlo”, lamenta.
“Lo he pasado bastante mal, porque este es un mundo de hombres”, explica. ¿Lo peor que le han dicho? “No quiero que me atienda una mujer”, o “deja que lo haga mejor el hombre, para que no te hagas tú daño”. Su ex marido trabajaba con ella en el taller y cuando se divorciaron decidió seguir adelante con el negocio. “Seguir adelante por amor propio, que nunca pensaran que a raiz de la separación el taller se iba a venir abajo, o que yo dependía de un hombre”.
Lo que parece no tener remedio son los calendarios con desnudos: en el taller de Esperanza, eso sí, son masculinos.