Él no quería hacer esta entrevista, pero la redacción insistió. Quienes hacemos AUTOPOS sabemos que el trabajo que hay detrás de la revista es de equipo, pero también conocemos bien que la esencia de lo que hoy es el concepto -convertido ya casi en un sentimiento entre quienes formamos parte de su día a día- responde a quien es su fundador. De su manera de entender la profesión nació un medio concebido para agitar un sector nada acostumbrado a que en él se hiciera periodismo, con todo lo que eso significa; y su propia evolución personal ha marcado y marca lo que somos como medio, nuestra misión, que ha ido definiéndose con detalle a lo largo del tiempo pero que siempre ha tenido en el compromiso con el sector y con su profesión su razón de ser. Por eso tenía que ser él, Miguel Ángel Prieto, fundador y director de AUTOPOS -y MVPRESS-, quien explicara lo que somos y por qué en esta redacción hacemos todo lo que hacemos…
Una entrevista de Carlos G. Pozo | Fotos Piero Schiavo
¿Cómo se define AUTOPOS?
Con la que es su misión: una revista comprometida con su sector, al que quiere aportar valor, contribuyendo a elevar su nivel. Pero es verdad que con el paso del tiempo AUTOPOS se ha convertido en algo más que un medio de comunicación, es un concepto que va más allá, diría que es hasta un sentimiento, por el nivel de implicación que tenemos con el sector.
Ya nació siendo un concepto, ¿no?
Sí, pero se ha ido enriqueciendo con el tiempo. El punto de partida era crear un medio de comunicación, efectivamente comprometido con su mercado, pero con el foco puesto, porque era lo que yo sentía entonces, en hacer periodismo en un sector en el que no se hacía periodismo. Porque mi primer compromiso era con mi profesión, y el periodismo tiene como función principal no ya solo dar a conocer la realidad a la sociedad, a la que nos debemos, sino contribuir a mejorar las cosas fiscalizando al poder, denunciando las malas prácticas y poniéndolas en evidencia. Lo decía Gabriel García Márquez, cuando vinculaba lo mejor de la actividad periodística a la posibilidad de cambiar realidades inconvenientes para el desarrollo de esa sociedad. Y AUTOPOS nació fundamentalmente con ese concepto.
¿Y cómo ha ido evolucionando?
Partía de un compromiso con la profesión, que a la vez supone un compromiso con la sociedad, con los lectores. Se trataba por tanto de cumplir con lo que es nuestra función social, que debe de estar por encima del negocio. De hecho siempre me defino como periodista y nunca como empresario. A partir de ahí, con el conocimiento del propio mercado y ese nivel de compromiso, sientes que le debes algo al entorno que ha dejado que te desarrolles profesionalmente. Ese concepto se convierte entonces en un sentimiento. Me siento agradecido, y mi manera de devolver lo que me ha dado el sector es comprometerme con su evolución, sin más condicionantes. Yo ya no soy un periodista sin más. Soy un periodista de posventa.
Una evolución personal que condiciona al medio…
Por supuesto. Y está claro que sin perder mi esencia es inevitable ir madurando. Siempre he sido muy quijote, y me da igual el tamaño de los molinos. Y mirando atrás reconozco que he sido muy inconsciente, pero eso también me define. Y llegué a un mercado maduro, que estaba acostumbrado a hacer las cosas de una determinada manera durante mucho tiempo, con gente muy consolidada y con mucho poder en el mercado, y me puse a hacer lo que honestamente pensaba que debía hacer: contar lo que creía que se hacía mal, olvidándome incluso de mi negocio. Era, lo sigo siendo, un idealista, y en ese momento mi compromiso era con mi profesión. Después siento al sector como propio, y eso implica un mayor compromiso.
Ya no estoy ahí para ser simplemente un periodista que quiere hacer bien su trabajo, sino que me creo la responsabilidad de hacer lo que esté en mi mano por elevar el nivel del sector, por contribuir a que todos nos sintamos orgullosos de pertenecer a él. Digamos que mi compromiso se amplía. Y ya me sienta mal hasta que haya profesionales que utilicen el sector para servirse de él sin aportar nada, sin dejar ninguna contribución, el mercantilismo puro y duro. Creo que tenemos la obligación de dejar nuestro legado en el entorno en el que nos desarrollamos profesionalmente; que el ganar dinero debe ser una consecuencia de tu compromiso con el mercado, de hacer las cosas bien y aportarle valor. Y todo ese concepto lo traslado al medio, claro que sí. Sé que es un concepto muy idealista, pero realmente es de lo que más orgulloso me puedo sentir, de haber contribuido en la medida de mis posibilidades a mejorar nuestro sector. Y eso no hay dinero que lo pague.
Seguro que muchos no lo entenderían…
No, claro que no; ni en mi primera época en Tecnipublicaciones (Recambios & Accesorios, Nuestros Talleres…) ni cuando fundé la entonces AutoPosventa. El mercado estaba acostumbrado a otra cosa, a que se hablara bien del anunciante para que estuviera contento y se siguiera anunciando. Muchos entendieron incluso que cuando denunciaba esas malas prácticas estaba atacando al colectivo, dañando su imagen, echándome en cara que ese colectivo era del que vivía. Fue muy difícil hacer ver que precisamente por eso lo hacía.
Durante mucho tiempo tuvimos mala prensa, nunca mejor dicho. Hasta el punto de que había gente que siendo en algunos casos anunciantes y que cuando iba a verles a sus empresas me daban abrazos y me trataban fenomenal, en público no me saludaban o lo hacían de manera fría porque sus clientes me veían mal. Me llamaban “el josé maría garcía de los recambios”, “terrorista” incluso. Y que si éramos prensa del corazón, sensacionalista…
¿Cómo vivías eso?
Fue muy duro, pero también sabía que lo que hacía era lo que tenía que hacer, eso siempre lo he tenido muy claro. Y hay máximas que siempre he tenido muy presentes. Y una de ellas es que prefiero morir de pie que vivir de rodillas. Y eso suponía llevar mi compromiso hasta el final, doliera a quien doliera o fuera lo complicado que fuera. Al principio pensaban que me movían otros intereses, que había cuestiones personales o directamente que era un suicida profesionalmente hablando. Sólo la coherencia a lo largo del tiempo nos fue dando nuestro sitio. Han sido los hechos los que al final han hablado. Y si hay quien piensa que es que me he moderado con el tiempo, algo de razón puede tener, pero sobre todo lo que ha cambiado es que nuestro sector es mucho más profesional que hace veinte años, y en algo hemos contribuido a que así sea.
¿Hubo un punto de inflexión?
La fiesta de celebración del décimo aniversario de la revista. Ya antes, cuando lanzamos el periódico para los talleres notamos el respaldo de mucha gente, pero aquello fue otra cosa. Reunimos a mucha y muy relevante distribución, mucha más de lo que era habitual en actos de ese tipo, y habían venido un día entre semana sólo para eso. Muchos que habían vivido esa mala prensa que nosotros teníamos miraron a su alrededor aquel día y vieron que allí estaban todos, así que debieron pensar que “opinen lo que opinen, respetan el medio y a quienes están detrás… y además le dan valor”. Aquel día sentimos la confirmación definitiva de que habíamos hecho bien en seguir el camino seguido… De que tantos sinsabores habían merecido la pena. Aun así soy consciente de que siempre habrá quien no comparta lo que hacemos, pero también he sido consciente de que no íbamos a gustar a todos.
¿Mucha incomprensión?
Había un dicho que decía que “si tienes la lengua viperina debes tener el lomo duro”. Y yo no lo tenía. Y lo pasaba mal. Pero siempre tuve claro cuál era mi misión y esa idea ha trascendido cualquier cosa. En ese sentido el apoyo de María (Ruiz, durante muchos años subdirectora de AUTOPOS y fundadora junto a Miguel Ángel Prieto de MVPress) fue fundamental: que creyera en mí una persona como ella, con mucho sentido común, con unos valores muy sólidos, que me dijera que ese era el camino y lo pasáramos juntos fue clave. Pero fue muy difícil hacer entender que en muchas de mis peleas, de mis críticas, no había más interés que el de que las cosas se hicieran mejor de lo que se hacían. Me decían que por qué eso que me parecía mal no se lo decía directamente al interesado en lugar de hacerlo público, y yo contestaba que entonces no servía para que otros aprendieran y no cometieran el mismo error. Pero el interesado, claro, se enfadaba.
Tuvo su coste…
Sí. Por supuesto he perdido anunciantes en ese camino, unos cuantos, alguno sigue sin hablarme y a lo mejor han pasado quince años. Pero, insisto, lo primero es ser honesto conmigo mismo, mantenerme fiel a mis principios y cumplir con lo que creo que debe ser mi cometido y que está por encima de unos intereses que te puedan convenir en un momento determinado.
¿Qué crees que hacemos especialmente bien en AUTOPOS?
El compromiso que tenemos con nuestra profesión y con el propio sector hace que nuestro nivel de implicación sea enorme. Y eso se traduce en cómo hacemos las cosas, la pasión que sentimos y el vínculo que generamos con las personas. Probablemente el mayor valor que tenemos es cómo lo vivimos, algo que además se transmite. Creo que somos muy buenos profesionales y que además estamos muy comprometidos: nos importa el mercado y su gente. Eso es lo que nos diferencia y nos hace mejores.
Es que esto va de personas…
La empresa o el producto presentan cada vez menos aspectos diferenciales en sí mismos… y al final lo que marca la diferencia son las personas. Por eso pensamos que es a través de ellas como se conoce mejor a una empresa. Si yo tengo que trabajar con un proveedor o competir con otro negocio lo que más útil me va a ser es conocer a las personas que están detrás, su nivel de compromiso, de implicación, sus valores, su manera de ser y vivir su profesión… Porque ahí está la clave para saber a quién elegir o contra quién compites. Hay algo que se decía mucho antes y que al menos yo ya veo como algo anticuado, eso de que hay que distinguir entre lo personal y lo profesional. No estoy de acuerdo. Las buenas personas son buenas personas siempre, el negocio no justifica que dejes de serlo. Nosotros somos siempre los mismos. Los vínculos emocionales que creamos con nuestra gente no diferencian, y nos involucramos más allá de nuestra obligación profesional, pensando en todas las formas posibles para ayudarlos en su desarrollo. Porque creemos en ellos, en su calidad humana y en que aportan al mercado. Ni son amigos ni dejan de serlo, son profesionales implicados personalmente en hacer las cosas bien. Y con gente así vamos de la mano. Y si surgen desavenencias es exclusivamente porque ellos o nosotros podamos pensar que se falla a ese compromiso.
¿En qué crees que podemos mejorar?
Echo de menos un mayor contacto con el mercado, salir más a la calle, hablar más con la gente, que era muy habitual en mis principios profesionales. Quizá por la propia carga de trabajo que ahora tenemos no estamos tan al tanto de la calle, de lo que pasa en el día a día del mercado. Hemos perdido quizá un poco ese espíritu periodístico de salir a buscar la noticia. Los tiempos han cambiado, internet y las redes sociales han modificado de manera muy directa al desarrollo de nuestro trabajo, somos más que un medio de comunicación al uso… y todo eso ha hecho que hayamos perdido algunas cosas por el camino. Pero estaría bien recuperar ese espíritu…
¿Sigues considerando AUTOPOS una revista de autor?
Sigue teniendo la impronta, pero precisamente una de las cosas que más ilusión me puede hacer es haber construido un equipo que comparte ese sello. Hay veces que da igual quién escriba qué: la esencia sigue estando ahí. Pero ha dejado de ser un producto que representa a una persona a representar a todo un equipo, sin dejar de ser una revista muy diferencial, muy de autor.
¿A quién tendrías que agradecerle su apoyo?
Externas a la empresa hay tres personas claves que creyeron en mí y de diferentes maneras me ayudaron mucho: Benito Tesier (Brembo), que me abrió muchas puertas; François Passaga (GiPA), que me dio los mejores consejos, y Josep Bosch (AD Parts), que con su respaldo desde el primer día fue el mejor aval que podía tener ante el mercado. Y no me quiero olvidar de David Martínez (Dayco), de María Valcarce (directora de Motortec cuando salió AutoPosventa) y de tantos otros que a lo largo de mi trayectoria profesional han estado ahí y a los que tanto debo… Y dentro de la empresa tengo muchísimo que agradecer primero a María Ruiz (cofundadora de la editorial), porque me lo dio todo; y luego a ti (Carlos G. Pozo: subdirector editorial) y a Yolanda Jareño (directora de Operaciones de MVPress), que son los pilares sobre los que se sostiene hoy MVPress.
¿Qué espinitas te quedan?
La incomprensión de una parte del mercado a lo que es nuestro trabajo. No se da a la prensa la importancia que tenemos, no se nos reconoce lo que aportamos, que es mucho… Mucho más de lo que la gente que está sobre todo desvinculada de lo que es digamos la ‘sociedad’ del sector piensa. En lo que somos hoy como sector hemos tenido que ver más de lo que se nos reconoce, por eso me irrita cuando algunos iluminados nos tratan con desdén. Y también no haber conseguido animar el espíritu crítico en el sector, al menos de manera pública. Que cuando alguien actúa en beneficio propio comprometiendo la imagen del sector no se les señale directamente. Y lo que me molesta es que cuando esa manera de actuar proviene de otro medio de comunicación se piense que lo criticamos porque es nuestro competidor. Pues no, y lo digo categóricamente. Lo que duele es que se tire la imagen de nuestro colectivo o de nuestro sector con prácticas engañosas que menoscaban nuestra profesionalidad. Y si es el nuestro concreto, el de la prensa, nos indigna si cabe aún más.
Seguro que hay más cosas que te rebelan…
Unas cuantas, sí, todavía tenemos mucho margen de mejora. Por ejemplo me rebela que haya directivos, pagados por tanto por una empresa o un grupo o lo que sea, asalariados al fin y al cabo, que antepongan sus cuestiones personales a los intereses del colectivo que representan… y que les paga. Es algo que sigo sin entender cómo se permite. Hubo prácticas concretas que denunciamos en su día: había gerentes de grupo que hacían lo que querían literalmente, acorde a sus intereses, incluso tomando decisiones que iban en detrimento de su propio grupo. Parecen cosas del pasado, pero no, siguen pasando. Es algo que no se debería permitir. Y no porque nos pueda perjudicar o favorecer, es porque realmente hay que elevar el nivel del sector. Y eso es muy poco profesional.
¿No crees que los Trócola fueron la culminación de lo que somos?
La Gala de los Premios Trócola, que organizamos en septiembre de 2018, fue la síntesis de lo que nos mueve, sí. Era primero poner en valor a aquellos profesionales que hacen especialmente bien las cosas, premiándoles por ello y mostrando su ejemplo como incentivo también para los demás, lo que sin duda respondía a nuestra misión. Pero no sólo. Además pusimos todo nuestro empeño en generar orgullo de pertenencia al sector, dándolo todo para ofrecer un evento que nos hiciera sentir a todos ese orgullo. Y no nos dio ni un euro de beneficio. Pero aquella noche fue una de las más felices de mi vida personal y profesionalmente. Ver la reacción de las más de trescientas personas que acudieron, hacerlas sentir lo que sintieron, es de las mejores inversiones que he podido hacer jamás. Pensé que realmente había alcanzado la culminación de mi trayectoria profesional.
Pero no…
A ver. Es difícil superar esa sensación de poder haberle dado a nuestro sector las gracias de aquella manera. Pero vino la pandemia, y hubo que reengancharse poniendo todos los sentidos de nuevo. Y volver a innovar, a proponer cosas nuevas. De hecho creo que eso también nos define, que somos un equipo que no sabemos estarnos quietos. Decía Henry Ford que “pensar es el trabajo más duro que hay y que por eso quizá lo haga tan poca gente”, pues en AUTOPOS nos hemos juntado unos cuantos que le damos a la cabeza. Nos gusta lo que hacemos, lo disfrutamos mucho y eso nos hace ser tan inquietos. Así que no, que tendremos que seguir aportando valor al mercado, desde ese compromiso además que parte de un sentimiento y lo hace más inquebrantable.
Equilibrio periodístico-comercial
“Es algo sobre lo que ha habido que hacer mucha labor de divulgación por nuestra parte para de algún modo enseñar lo que somos y cómo funcionamos. Un medio sin credibilidad es propaganda, no tiene ningún valor. Y si no se tiene trascendencia, se está muerto. En lo primero que trabajamos por tanto es en nuestra credibilidad, y eso pasa, ante todo, por ser periodistas. Cuando sabemos algo que es importante para el mercado, lo vamos a contar sí o sí, aunque implique o pueda molestar a uno de nuestros ‘partners’. En todo caso por serlo se lo adelantaremos para que no se entere por la prensa. Y tienen que entenderlo porque es por su interés. Porque nuestra credibilidad está ahí, la misma que les puede resultar tan útil cuando lo que quieren es comunicar una buena noticia que afecte a su empresa. Aun así ha habido quien ha preferido obviarnos porque se ha sentido ofendido. Pero de ese modo no evita que cualquier otra información negativa pueda ser publicada por nosotros y sin embargo pierde la opción de aprovecharse de la credibilidad de nuestro medio para transmitir las positivas (que normalmente son siempre más numerosas). No parece muy inteligente”.
….”Cuando sabemos algo que es importante para el mercado, lo vamos a contar sí o sí, aunque implique o pueda molestar a uno de nuestros ‘partners’.”.
Ahí está la senda a seguir y la clave, no lo olviden. Por eso os consideramos un gran medio para testar y reflexionar.
Enhorabuena al equipo.