El otro día paseaba hacia la oficina coordinando mis pasos con el tremendo ‘Hammond’ que abre “Us and Them” de Pink Floyd. Miraba los edificios de Madrid. Quienes me conocen bien saben que siempre busco los tejados de esta ciudad. Me enganchan.
Nosotros… y ellos. Qué fuerza la de ese saxo, que bien podría estar hablando de este sector, de este edificio que hoy me acoge o incluso, por qué no, de mí misma.
Ellos… y nosotros. Tras una primera década recorriendo los pasillos de la posventa, descubro que en realidad somos un todo. Que hoy formamos parte de esto y mañana de aquello. Pero que al final, donde las cosas suman, somos un mismo ente caminando en una misma dirección. Y eso, que para muchos será obvio, para mí no lo era tanto hasta hace unas semanas.
Este es mi primer balance en Ancera. Después de haber abierto la Caja de Pandora, para descubrir un sinfín de frentes, de ideas, de caminos… Y un millar de formas de afrontarlos. ¿Solos? No. Siempre acompañados. Ese es el alma de la Asociación.
Ahora toca poner orden para que la ilusión no se transforme en derrota. Las cartas ya están sobre la mesa, y es momento de decidir y priorizar. En su conjunto, quisiera que todas ellas abrieran las puertas de Ancera (su esqueleto y músculos) a quienes aún desconocen su potencial, sus posibilidades. Ese es el objeto (y compromiso) de mi trabajo, pero el camino se hace andando. Y desde luego, hacerlo con buena música, actitud y respeto siempre (y subrayo el siempre) son llave de un futuro colmado de éxitos. Le pese a quien le pese… Y para lo demás, Aretha Franklin…