A ritmo de Fito y Fitipaldis, Agustín García, presidente de Serca, subía al escenario. Se tomaba su tiempo antes de hablar. Antes de hacerlo movía su mano para pedir que la música desapareciera. Ante el silencio de los presentes, confesaba esta vez estar algo más nervioso de lo habitual. Su discurso abría el vigésimo noveno congreso del grupo.
Aquella inquietud que decía sentir le había acompañado también durante el trayecto recorrido minutos antes en el autobús que, junto a parte de los congresistas, le había llevado desde el hotel (punto de partida para todos) hasta el Palau de la Música de Barcelona.
A decir verdad, motivos tenía para sentir que este congreso tenía un toque especial.
Y es que en los días previos, también en la Ciudad Condal había tenido lugar la reunión de la plana mayor de Nexus, grupo internacional del que Serca forma parte importante, por lo que sentados frente a García, en el patio de butacas, estaban algunos de sus más importantes socios. Aquello era novedad…
Además, la ciudad que acogía el congreso es la misma que hace algo más de treinta años veía nacer a Serca (también donde años después se gestó Nexus), siendo el edificio que lo albergaba uno de los más emblemáticos de todo Barcelona. Los nervios tenían su razón de ser, vaya…
Una vez superado el primer ‘impacto’, y tirando de tablas, que para eso son ya muchos los congresos que García tiene a sus espaldas, el presidente comenzaba su discurso destacando un aspecto que como empresario del sector le hacía estar de lo más orgulloso: “Los socios de Serca damos trabajo a más de 3.000 personas. Son muchas familias las que viven gracias a nuestras empresas”, destacaba, tratando de hacer hincapié en el valor que todos ellos aportan a la sociedad. Sabía bien de lo que hablaba.
A partir de ahí, su intervención haría hincapié en la rapidez con la que se producirán a partir de ahora los cambios, llamando la atención sobre la importancia que tiene que la distribución sepa adaptarse a todos ellos.
Y habló del descenso en las matriculaciones de vehículos diésel (36% en 2018 frente al 71% del año 2010), de la paulatina llegada de los vehículos electrificados (“a los que merece la pena prestar atención”, dijo), de los procesos de concentración de la distribución (que por ahora no ve cercanos en España), de la importancia de gestionar adecuadamente los datos para aplicarlos en el negocio y del cambio en los hábitos de consumo que harán que, cada vez más, talleres y distribuidores tengan que ver en gestores de flotas, empresas de renting, o incluso plataformas de ‘carsharing’ nuevos clientes a los que dirigirse más allá de los usuarios ‘tradicionales’.
Por todo ello, aseguró que se avecinan “años complicados” en los que la rentabilidad tenderá a reducirse, incrementándose al mismo tiempo las exigencias a todos los niveles: “Nadie sabe cómo van a ir las cosas a partir de ahora, pero vamos a tener que estar muy encima de nuestros negocios”, terminaba.