Hace unos días fallecía en Barcelona Javier Martínez, de Martínez Santisteban, la histórica empresa de accesorios, a los 72 años de edad. Su sobrina Celia, que fuera directora comercial de la empresa, lo recuerda en este entrañable artículo para AUTOPOS.
Querido tío… un día me dijo el escritor y filósofo Rafael Argullol que lo verdaderamente heroico en estos tiempos era ser una buena persona. Y cuando le he pedido a tu gente más cercana que te describiera lo que más veces se ha repetido han sido precisamente esas palabras: “buena persona”.
Tuve el privilegio de que mis primeros pasos profesionales fueran trabajar junto a ti en Martínez Santisteban, la empresa de accesorios y recambios de automóvil fundada por tu abuelo.
Esos años fueron los que sentaron las bases de mi saber hacer en el trabajo, y no recuerdo haberte visto un mal gesto ni oído una palabra altisonante. Siempre sosegado, templado, comprensivo, paciente, acogedor, sereno, cariñoso…
Podría contar innumerables anécdotas que vivimos juntos, pero recuerdo con especial cariño la primera vez que fui a la feria del automóvil de Torino paseando orgullosa a tu lado ante la mirada de las italianas que no te quitaban ojo. Con tu porte y el dominio del idioma, eras como un italiano más.
En aquel viaje, observándote, aprendí que los negocios se hacían desde la confianza y la nobleza; con tu saber hacer y empatía eras el mejor negociante que nunca he visto: la gente te creía y confiaba en ti.
En otra feria, un día en el que por mi falta de orientación me explicabas la metodología para recorrer los pasillos sin perderme ni saltarme ningún stand, nos encontramos con un competidor. Pensé que quizás lo saludaríamos de lejos o que incluso lo esquivaríamos, pero no, te fuiste a saludarlo con aquella camaradería tuya tan especial y estuvisteis hablando un buen rato sobre motos, como si fuerais buenos amigos. Cuando os despedisteis, me dijiste: “La competencia es buena, necesaria y es fundamental el respeto mutuo”.
O cuando en la primera feria que me animaste a hacer sola me diste tu confianza diciéndome que estabas seguro de que vendría con un producto estrella, y así fue: conseguí cerrar el acuerdo para la distribución en España de las sillas de bebé Ferrari. Aún recuerdo la sensación de emoción al pensar lo orgulloso que estarías de mí. Y aquel primer hito fue fruto de mis años de ferias contigo, de observarte, de aprender y de crecer a tu lado.
Y termino como he empezado, para decirte que soy muy consciente de la inmensa suerte que tuve de compartir tantos años junto a tan buena persona, una persona heroica.
Gracias tío por enseñarme tanto.
Que desagradable sorpresa. Descanse en paz.