Un informe realizado por la Comisión Europea, en el que ha participado el sector de las ITV, revela que el consumo real de los vehículos es un 20% superior al oficial, lo que representa un incremento similar en las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Este estudio, el primero de este tipo realizado, llega cinco años y medio después de la entrada en vigor del protocolo de homologación WLTP (World Harmonized Light-duty Vehicle Test Procedure o Procedimiento Mundial de Test Armonizado para Vehículos Ligeros). Este ciclo reemplazó en 2017 al NEDC con el objetivo de establecer un criterio de medición de los consumos y las emisiones que emulara más fielmente la utilización cotidiana de los vehículos, y como respuesta a sonados casos de fraude por parte de los constructores, entre los que destacó el “dieselgate” del Grupo Volkswagen.
Actualmente, tanto los fabricantes de vehículos como los Estados miembros deben recopilar datos obtenidos en condiciones reales y notificarlos a la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que puede recibirlos a través de la transferencia inalámbrica de datos directamente desde el vehículo, o bien recopilados mediante los concesionarios o talleres de reparación autorizados cuando se lleven los vehículos para realizar el mantenimiento o una reparación. Los Estados, de hecho, están obligados a recopilar los datos reales durante las inspecciones técnicas desde el 20 de mayo de 2023.
Datos de conducción en condiciones reales
La obtención de los datos se hace a través del dispositivo OBFCM (On-Board Fuel Consumption Meter), obligatorio en los coches nuevos desde 2021 y en las furgonetas desde 2022. Para el estudio, se ha seleccionado una muestra de 988.231 vehículos matriculados nuevos en la UE, Islandia y Noruega, 916.216 coches y 12.301 furgonetas, que representan el 10,6 y el 1,0 % respectivamente de los 9.821.479 vehículos matriculados por primera vez en 2021. De dicha muestra, se descartaron los datos de los vehículos con menos de 500 kilómetros, entre otros que arrojaron datos no representativos o incoherentes, lo que eliminó a un 27 % de los elegidos inicialmente.
Del total que sí fue representativo, se extrajo que la diferencia media entre las emisiones de CO2 y el consumo de combustible reales respecto a lo declarado en la documentación oficial de los automóviles nuevos matriculados en 2021 en la Unión Europea fue del 23,7 % (34,6 g de CO2/km), en el caso de los vehículos de gasolina; y del 18,1 % (27,8 g de CO2/km), en el caso de los vehículos diésel.
Esta discrepancia es todavía mayor en los vehículos híbridos enchufables de la misma época, ya sus emisiones de CO2 reales fueron, de media, 3,5 veces (100 g CO2/km) superiores a las oficiales. Esto es especialmente relevante porque este tipo de vehículos (además de los híbridos con motor diésel) representaron una proporción mayor del conjunto de datos obtenidos en condiciones reales.
Con ser híbrido no basta
Sea como fuere, para la Comisión Europea este hecho “confirma que estos coches no están aprovechando actualmente su potencial, en particular porque no se cargan y conducen de forma totalmente eléctrica con la frecuencia que se debería”, pudiendo ser motivado por la falta de una infraestructura adecuada de carga. A lo que habría que añadir que, como norma general, los conductores no han sido formados para sacar el máximo partido de la energía eléctrica de estos vehículos y, por consiguiente, al realizar una conducción convencional la eficiencia se resiente.
La entidad resalta también la “amplia diferencia” que hay en el caso de los vehículos más pesados, como los SUV y los coches de lujo, cuyas emisiones ya son “significativamente mayores” que las de otros automóviles; una diferencia que “podría agravar los efectos de las tendencias observadas en el parque automovilístico, en el que el tamaño y el peso medios de los vehículos han aumentado, reduciendo los efectos de las mejoras en la eficiencia del combustible”, advierte la entidad.
El informe concluye que “aunque estos primeros datos aún no son lo suficientemente amplios o representativos como para extraer conclusiones firmes, sí proporcionan una valiosa información preliminar sobre las emisiones de los automóviles, en cuanto a cómo se comparan las emisiones de CO2 oficiales de homologación y las reales entre los distintos tipos de vehículos y fabricantes”.
