Lluís Tarrés, casado y padre de dos hijos, es probablemente el responsable de grupo de distribución con la cabeza más caliente, le hierve incluso. Es una máquina de generar proyectos, ideas, iniciativas… No para de inventarse cosas. Tantas, que cuesta seguirle. Que se lo digan a los de Serca. “Soy incorformista, y si veo algo que nos pueda ayudar a mejorar voy a por ello”. Y por lo visto hay mucho que mejorar. O que hacer para gestionar lo que viene. Pero esta entrevista no va de lo que tiene entre manos sino más bien de descubrir al tipo al que le hierve la cabeza…

Sólo hay que escucharle en cualquier intervención para darse cuenta de que su mente va más deprisa que su verbo. Y es que está en permanente ebullición. Difícil encontrar a otro profesional de la posventa patria que se abra a tantos frentes. Vive el futuro como si fuera a llegar mañana. Y eso le revoluciona. A veces en exceso: “Igual a mis socios les planteo las cosas demasiado temprano”, reconoce. Quiere tenerlo todo atado. Preparar el entorno del que es responsable ante cualquier contingencia futura. Sin dejar cabos sueltos. Y entre lo que “mama” en su grupo internacional, lo que le incita ‘su’ competidor, que así se refiere a AD, y su visión de qué puede ser necesario en un mercado en proceso de transformación, su mente es un parto continuo de propuestas para desarrollar. Y además encuentra en su equipo la mejor disposición para seguirle la corriente. Y ahí está, sin bajar el pistón. Pero admite que es mucho lo que está asumiendo: “Trabajo demasiado, es verdad”.

De Blanes (Gerona)

“Mis padres vivían en la zona de Manresa. Mi padre se dedicaba a la sastrería y mi madre era costurera. Y con 25 y 18 años respectivamente decidieron casarse y buscarse la vida en un pueblo de la costa que decían que había más trabajo. Se vinieron a Blanes, que por entonces era un pueblecillo, y abrieron una tienda pequeña, de ropa y confección. Y una vez estabilizados decidieron que había llegado el momento de tener un hijo. Y el 23 de noviembre de 1969 nacía yo (tengo otro hermano, siete años menor, que se llama Marc, es director del área de negocios de un banco y es como yo pero en guapo). A mis padres les fue bien porque son buena gente. Enseguida tuvieron clientela. Familias enteras. Viven los dos, 81 años mi padre, 74 mi madre. Y andan en moto todavía”

Lluís Tarrés

“Mi cultura es la de ellos”

“Mis padres me influyeron sobre todo en ser buena gente. La vena comercial no viene de ahí, pero mi cultura es la de ellos. No eran de poner la carreta por delante de los bueyes, sino de los de ir poco a poco, con pie firme. De crecer si se podía crecer. Representaban el típico carácter de la pyme catalana de toda la vida. Y me enseñaron a tratar bien al cliente, del que siempre han vivido, y a controlar el gasto, mirar la peseta. Aunque soy algo diferente, un poco más atrevido, más innovador, más decidido, pero sin saltar al vacío”.

“Mis padres me influyeron sobre todo en ser buena gente. Y me enseñaron a tratar bien al cliente y a controlar el gasto, mirar la peseta. Aunque soy algo diferente, un poco más atrevido, más innovador, más decidido, pero sin saltar al vacío”.

“Siempre he sido un poco alternativo”

“Se me daba bien el colegio sin mucho esfuerzo y me quedaba mucho tiempo libre que básicamente se lo dedicaba a la música. Comienzo a coleccionar discos, el primero de Mike Olfield, con apenas once o doce años. Música de los ochenta. Y no era precisamente música disco, aunque siempre me ha gustado todo tipo de música. Bob Marley, los Sex Pistols, AC/DC, el rock… Músicas que me dieron un aire menos convencional y más alternativo. Y es que siempre he sido un poco alternativo. De los de pelo largo y ropa poco de moda. Me gustaba hacer cosas poco convencionales. Y rockeros como Rosendo llevaban peto tejano…”.

“Me gustaba poner música”

“Mi colección de discos me llevaba a pinchar en diferentes bares. Uno se llamaba ‘Kaya’ como un disco de Bob Marley. Se puede uno imaginar cómo era aquello. Yo tendría quince años e iba solo, sin amigos, y la gente del bar igual tenía veinte años más que yo. Y pinchaba Dire Streets, Deep Purple, Sex Pistols, Bob Marley… y música española: Kortatu, La Polla Records, Ramoncín (música que aún conservo). Lo habitual era, además de que bebieran como cosacos, que la gente consumiera algún tipo de sustancias, pero mi ambiente era sano y no nos dio por ahí. No voy a decir que no las he probado, pero a mí lo que me gustaba era poner música. Tampoco es que esté muy orgulloso de aquella época, pero forma parte de mi riqueza personal, que va más allá de mi trabajo en el sector. Que está muy bien, me apasiona, pero también me gustan otras cosas que me han permitido y permiten relacionarme con gente muy diferente, hablar de otros temas…”.

Lluís Tarrés

“Había que cumplir con nuestro cometido en la vida”

“Mi familia es medio convencional, y digo medio porque por ejemplo no es religiosa. Y primero había que estudiar. Y cuando se terminaba de estudiar había que trabajar. Había que cumplir con nuestro cometido en la vida. Era un concepto que mis padres tenían muy arraigado y que yo, a pesar de quizá no ser tan estricto, también lo tengo arraigado. Y son pasos que me tomé en serio. Podías tener otras cosas, pero llegado el momento había que cumplir. Por tanto no hay un momento en que cambie mi manera de conducirme por la vida, sino que mi cultura familiar me lleva por ese camino. Podía jugar al fútbol, que no se me daba mal (jugaba de central) o hacer una carrera. No hubo debate. Alguno de mis compañeros llegó al Barça, pero yo me fui a Gerona a estudiar ingeniería”.

“Mi familia es medio convencional, y digo medio porque por ejemplo no es religiosa. Y primero había que estudiar. Y cuando se terminaba de estudiar había que trabajar. Y son pasos que me tomé en serio. Podías tener otras cosas, pero llegado el momento había que cumplir”.

“Terminé la carrera y…”

“En Gerona me aburría como una ostra. Eso de estar todo el día estudiando cálculo, álgebra, física… no me gustaba. Y en segundo año de carrera empecé a trabajar en la Caixa, dentro de un programa de formación al que accedí por concurso. Por la mañana trabajaba en Tossa de Mar y por la tarde estudiaba en Gerona. Y había veces que salía por la noche y con mi Renault-8 me jugaba la vida en las curvas de la carretera de la costa para llegar a tiempo al banco. Aquello acabó mal: me gustaba más la Caixa que la carrera. Y la dejé durante el segundo año. Me fui a Barcelona a hacer un curso de banca. Y decidí estudiar Dirección de Empresas con especialidad en Márketing Intenacional. Y seguí trabajando, pero cuando terminé me contrataron en el IDIADA, Instituto De Investigación Aplicada Del Automóvil en sus orígenes. Teníamos dos clientes, Seat y Nissan. Fue mi primer paso en el sector de automoción. Incluso estuvimos como expositores en el último Expomóvil”.

“El recambio era Las Vegas”

Y después QH. “Eso que te pones a mirar anuncios en el periódico… Y me eligieron. Era para coordinador de Ventas Exportación. QH había comprado Irauto y quería que funcionara igual. Entré a la vez que Enrique Palacio, que fue mi jefe, mi amigo y mi padre. Y eso que era todo lo que yo no quería ser. Me reñía por todo, por llevar los pelos largos, por ir corriendo por los pasillos, por reírme y pasármelo bien, porque en las ferias salía de fiesta y llegaba tarde al stand… Pero era un trabajador incansable y yo también. Y sabía mucho. Y era muy buen tío. Y además era una época buenísima para el recambio. Era Las Vegas. Disfrutamos mucho. Aprendí a moverme por el mundo… y también a estar solo. Y a reinventarnos, porque era una empresa que no exportaba. Crecimos una barbaridad. Pero me pagaban poco. Menos de lo prometido. El financiero no recordaba el acuerdo al que habíamos llegado. Y le puse la cruz. Cuando me hicieron una oferta de fuera del sector por casi cuatro veces más de lo que cobraba tardaron cinco minutos en doblarme el sueldo. Cinco minutos. Me sentí engañado. Se lo dije”.

“Serca tendría que tener cola para entrar”

“Me fui a Ros Roca, una gran empresa de sistemas de recogida y tratamiento de residuos, como director de Exportación. Viajaba muchísimo y me fui a la empresa más grande de mi pueblo, una empresa de pescado. Hasta que regresé a QH. Pero con la condición de no volver a Exportación. Luego aquello se desmoronó y Juan Carlos Díez me llevó a KYB. Y llegó la propuesta de Serca. El grupo amigo. Me gustaba su imagen y lo mucho que se podía hacer. No me gustaba, y sigue sin gustarme, ese ruido constante entre socios en un grupo donde las cosas van tan bien. Pasa en todos, pero los demás no me importan. En Serca no debería haber ningún problema. Es más, no puedo entender por qué no tenemos una cola permanente de diez distribuidores queriendo entrar en el grupo. No lo puedo entender. Serca tendría que tener cola para entrar”.

Lluís Tarrés

“Sus responsables se sentían intocables”

“Soy inconformista. Y si veo algo que nos puede ayudar a mejorar voy a por ello. Siempre he sido así. A veces no me han dejado y a veces, sí. Y he tenido la suerte de que me han ido laboralmente bien las cosas y cada vez me han dejado hacer más. Y cuando llego a Serca tengo dos problemas. Carmelo (Pinto) no era uno de ellos. Era un tipo muy válido, muy aprovechable, del que aprendí cosas. Pero esto va muy deprisa… Seguimos como sector en la prehistoria, pero aun así ha cambiado mucho. Los dos problemas los tenía en la red de talleres y en informática. Sus responsables se sentían intocables. A los seis meses les avisé: ‘o cambiáis el rollo o voy a ponerme serio’. Terminaron por salir. Con eso me encontré”.

“Cuando se me revoluciona la cabeza es cuando contrato a Marc Blanco…”

“Serca tiene un proyecto que no sabe cómo meterle mano. Y yo tengo ese bagaje internacional que les puede resultar de gran ayuda. Y ya antes incluso de entrar en el grupo me reúno con quienes serían también socios fundadores de Nexus. Era un paso adelante muy importante, muy chulo, pero cuando realmente se me revoluciona la cabeza es cuando contrato a Marc Blanco, cuando cambio a Juan Carlos Rico, responsable de la red de talleres, un tipo encorbatado y más tieso que un palo, por otro que ni sabe dónde ha dejado la camisa el día anterior. Pensé que no me lo iban a aceptar, pero me dejaron hacer y fueron viendo que no estaba para hacer bonito como el otro sino que se ponía a desarrollar cosas. Y es a partir de ahí cuando decidimos que teníamos mucho que hacer, que teníamos que estructurar y dimensionar la empresa para crecer. Hoy somos 44 personas y Serca como tal factura doce millones de euros, una cifra nada despreciable. Digo sólo la central. No está mal, ¿eh?”.

“Cuando realmente se me revoluciona la cabeza es cuando contrato a Marc Blanco, cuando cambio a Juan Carlos Rico, un tipo encorbatado y más tieso que un palo, por otro que ni sabe dónde ha dejado la camisa el día anterior. Y es a partir de ahí cuando decidimos que teníamos mucho que hacer…”.

“Y lo que mamas, traerlo aquí”

“No me puse en plan visionario, simplemente es lo que mamo cada vez que voy a Ginebra. Con un jordano y un inglés a los que no conocía, una persona que era Gael Escribe que venía de donde venía y un financiero que decía tener otras cinco empresas interesadas empezamos a crear un grupo internacional. Y nosotros con la boina bien calada. Y hablamos con mil proveedores, que unos te respaldaban y otros no, diciendo que nos la íbamos a dar. Pero apoyándonos mucho en Gael (Escribe), que es una máquina, y en Thierry Mugnier, que es muy bueno financieramente, pusimos las bases. Y desde entonces, a aprender. Y lo que mamas, traerlo aquí. Y son muchos los proyectos. Pero ellos también han aprendido de nosotros. Nos hemos retroalimentado. Se ha hecho muy bien”.

“Todavía necesitamos más volumen”

“Mi competidor hace muy bien las cosas también y hace cosas mejor que nosotros. Y lo que trato es de minimizarlas. Y una de esas cosas es el volumen. Porque yo sí creo que el volumen es importante. Hay quien dice que no tanto, pero como soy yo el que tengo que manejar esto… Desde dentro es complejo sumarlo. Lo hacemos con Agerauto y Urvi, con los que no se competía. Pero primero pasa lo de ASER con Agerauto, y luego la colaboración con Holy Auto en el tema del almacén, que está funcionando bastante bien. Y no ha pasado nada, no se ha muerto nadie. Y con Andel y Grupauto seguimos sumando volumen. Pero todavía necesito más. Con lo que queda en el mercado cuesta más, a pesar de que con alguno he hablado. La estructura está poco consolidada, pero si somos capaces de consolidarla competiríamos con AD de tú a tú. Y hace otra cosa mejor que nosotros. Y es que los socios son muy fieles a lo que marca la central, a las directrices del grupo. Si yo tuviera ese nivel de fidelidad sería capaz de obtener mejores rendimientos a mi gestión. Y para conseguirlo le estoy intentando dar a mis socios argumentos para que se den cuenta de que sabemos hacia dónde vamos y nos sigan. Pero está costando”.

Lluís Tarrés

“No nos podrán vender”

“Lo que hago es siempre por algo. Como lo de poner el foco en la sostenibilidad. A veces me gusta ponerme en plan sectorial, en plan largo plazo. Y si no entramos como distribución en ese camino llegará un momento en que nos quedaremos fuera del circuito. No vamos a tener las cualidades necesarias para trasladar el mensaje de los proveedores al cliente final. No estaremos preparados. No nos podrán vender. Porque ellos ya están recibiendo presiones por parte de los fabricantes de coches. Y si no queremos entregarle este mercado a ellos, a los fabricantes de coches, que se están preparando para ello, para que los proveedores no necesiten nada más, tenemos que meternos ahí, porque si no cumplimos una serie de requisitos que me van a pedir no me van a utilizar, porque no van a poder. Seremos piratas, pero de verdad”.

“Estoy para ayudar a mis socios, no para ayudar a Serca”

“El fin último es vender recambios, no vender empresas. Mis socios en general no quieren vender, que no significa que no venderían, pero no quieren vender. A mí no me importaría que se vendieran. Se puede entender que mi función debería ser mantener el grupo unido, pero básicamente estoy para ayudar a mis socios, no para ayudar a Serca, y por eso he participado y participaré en proyectos de compra y desarrollo de consolidación. Igual le podríamos comprar el negocio desde Serca… Faltan ganas, pero sobra pasta y opciones de compra. Eso sí, si empezáramos ese proceso de consolidación no sería con una empresa pequeña, como ha hecho alguno, sino con una grande. AD lo ha hecho muy bien; es un proyecto muy bien trabajado, de hecho ya es un proyecto que sirve de estándar al mercado. Pero no sé si ese es el fin último. Sigue siendo vender recambios. Aunque tengo que convencer a mis socios de que sólo es una parte del negocio”.

“Se puede entender que mi función debería ser mantener el grupo unido, pero básicamente estoy para ayudar a mis socios, no para ayudar a Serca, y por eso he participado y participaré en proyectos de compra y desarrollo de consolidación”.

“Jóvenes, con ganas… es el mejor equipo”

“Tengo un equipo muy bueno. Miro lo que hay en el sector y a mi equipo y pienso que es el mejor. Jóvenes, con ganas, que les mola el recambio, que quieren crecer, que tienen ambición, un equipo súper bueno”.

“Me gustaría hacer un ‘Aizpuru’”

“Me gustaría hacer un ‘Aizpuru’, jubilarme antes de tiempo. Y no lo haré, pero todo el mundo me dice que tendría que dejar el trabajo tal como lo entiendo ahora, y eso sí lo voy a hacer seguro. Pronto. E igual me cogeré cuatro empresas de amigos, y los mejores amigos los tengo en Serca, y a quinientos euros cada una, dos mil. Y con eso y mis alquileres, tiro. No sé lo que haré, pero me gustaría hacerlo desde un chiringuito en la playa”.

“Mi competidor”

Una de las principales motivaciones de Lluís Tarrés es la competencia. Pero no cualquier competencia. De hecho se refiere a “mi competidor”, así, en singular, aludiendo a AD: “Siempre me he fijado del que sabe más para aprender, y en este mercado el que sabe más es AD”. Es con quien compite, tratando de minimizar lo que mejor hacen o tienen y marcándoles el camino en lo que no son tan buenos. De hecho hubo un tiempo en que publicitariamente buscaban la comparación. Y eso enfadó a Josep Bosch, presidente de AD: “Yo ni quise ni quiero hacerlo enfadar; siempre hablo bien de él, le trato muy bien, y quizá ha habido momentos en que buscamos la comparación, pero ahora ya no. Son una referencia en la que mirarse y se lo reconocemos”.

Reflexión por ‘consolidar’

“¿Qué pasará cuando el socio ‘consolidador’ alcance el 51% del accionariado? Está pasando en otros países, con desbandada de los socios que permanecen independientes. En GAU está ocurriendo a nivel internacional. Y en España puede llegar ese momento. ¿Podría pasar también en AD? ¿Y si el socio mayoritario te impone condiciones, su marca por ejemplo? Va a ser interesante ver qué puede pasar. Aún nos quedan cosas por ver”.

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